Durante varios años de su vida los estudiantes se ven expuestos a situaciones de estrés y ansiedad que en ocasiones no saben gestionar de forma correcta. Conforme pasa el tiempo muchos se dan cuenta de que se han puesto nerviosos sin motivo, ya que tenían posibilidades de aprobar ese examen que tanto miedo les daba, pero en el momento se ve de forma muy diferente.
Saber controlar esa ansiedad en ocasiones es clave para poder superar las pruebas que más nos angustian. Cuanto más tranquilos estemos, más confianza tendremos y menos dudaremos.
QUÉ FACTORES DISMINUYEN NUESTRO ESTRÉS
- Vale que quizás tengas muchos exámenes, entregas de trabajos o prácticas, pero la actitud que tengas para enfrentarte a la montaña de agobio determinará mucho el resultado. El tiempo que pierdes preocupándote y angustiándote por no poder con todo se traduce en minutos en los que no estás estudiando y trabajando por conseguirlo.
- Piensa que a tu alrededor hay personas que están pasando lo mismo que tú. Apóyate en tus compañeros de universidad, en tus profesores o en tus amigos, expresa lo que te agobia e intenta ver cómo el resto pasa por una situación parecida y cómo lo manejan. Seguro que puedes aprender algo y el desahogo te sienta bien. Eso sí, no vale quedar para quejarse.
- ¿Comes bien? ¿Descansas? Aunque creas que no, nuestro bienestar físico repercute de forma directa en nuestra manera de afrontar los problemas y cuanto más fuerte esté tu cuerpo, mejor asumirás cada reto.
TÉCNICAS DE RELAJACIÓN
Si el estrés te puede, quizás quieras poner en práctica alguna de estas técnicas que seguro que te ayudan a disminuir tu ansiedad y tu sensación de agobio.
- Túmbate en tu cuarto y asegúrate de que nada te molesta. Aleja el móvil, pon una luz relajante y cierra los ojos. Inspira despacio y de forma profunda mientras cuentas hasta 4 y después, mantén la respiración mientras cuentas hasta cuatro de nuevo. Suelta el aire muy poco a poco contando hasta ocho. Haz varios periodos de estas respiraciones.
- En la misma posición, repasa cada uno de los músculos de tu cuerpo mentalmente y manda la orden de que se relajen. No olvides los dedos de los pies, los músculos de la cara o las manos. Cuando sientas que todo tu cuerpo está cómodo y relajado, imagina que estás en un lugar relajante y apacible que te de buenas vibraciones y regodéate en esa sensación durante al menos quince minutos.
- Escucha lo que dice tu cabeza cuando estás agobiado o nervioso y coge una libreta y un boli. Divide el papel en dos columnas y en la de la izquierda ves apuntando los pensamientos que te llegan, como por ejemplo ‘No voy a poder aprobar’ ‘el profesor me tiene manía y me suspenderá’ o ‘no voy a llegar a tiempo a entregar el trabajo’. En la columna de la derecha hay que apuntar los argumentos positivos por los cuales eso no es cierto. Por ejemplo, escribir al lado de ‘No voy a poder aprobar’ que aprobar es posible si se estudia lo suficiente y que hay que esforzarse más en conseguirlo. O al lado de ‘no voy a llegar a tiempo a entregar el trabajo’ que con una buena organización es posible conseguirlo, que vas a optimizar el tiempo y que tienes las capacidades y habilidades para hacerlo posible.