Siete cosas que echarás de menos cuando NO estés en la universidad

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Todos los que hemos ido a la universidad tenemos un recuerdo irrepetible que durará para siempre. Además, ahora somos conscientes de ciertas cosas que durante ese tiempo no sabíamos y que pasados los años, nos hacen apreciar más esos instantes en la facultad. No queremos pecar de románticos, pero no sabemos si podremos evitarlo.

  • Aunque ahora mismo quienes están cerca de prepararse para los exámenes del primer cuatrimestre no se lo puedan creer, luego se echa de menos ese tipo de presión. Es mejor estar esforzándose en uno mismo en dos momentos durante el año que trabajar y luchar cada día por hacer bien el trabajo para pagar las facturas. Desde luego que estudiar puede ser algo muy duro y está en juego el futuro, pero después la vida laboral es una lucha diaria. Aunque creáis que es imposible echarlo de menos, más de uno preferiría volver a los exámenes y olvidarse de lidiar con su jefe.

  • La concepción de la amistad cambia mucho. Durante la universidad sentimos que tenemos cientos de amigos y los planes se nos amontonan, tanto que a veces no sabemos qué hacer para llegar a todo. Después esto cambia, ya que nuestros amigos no están cada día en clase y para vernos cada vez hay que hacer más esfuerzos. Además, la madurez convierte la amistad en algo diferente, más complicado de conservar y aunque no lo creáis, más extraño. Lo hermoso es que tenemos pocos amigos, pero muy buenos. Se echa de menos sentir que tienes muchas almas gemelas, en vez de tres o cuatro en el mejor de los casos.

  • No hay nada como salir un jueves, ir el viernes a clase y sentirse con la energía suficiente como para volver a salir esa misma noche. No hay nada que te detenga, si te frenas es porque no tienes más dinero que gastar. Esa energía arrolladora es irrepetible y cuando pasen los años, las resacas no os durarán horas, sino días. Y seréis incapaces de salir más de un día seguido, por muchas ganas que tengáis. Aprovechad mientras el cuerpo os de tanta energía, ¡luego se acaba!

  • Cuando uno es joven hace amigos enseguida, ¡no para de conocer a gente nueva! Entre la universidad, los del colegio, los que traen unos y otros, las cenas, las fiestas… es sencillo conocer a mucha gente, conectar y que surjan amistades. Pasados los años, todo eso se tranquiliza y a no ser que cambiemos de trabajo o de ciudad, cuesta mucho conocer a otras personas. Y no, las redes sociales no ayudan.

  • Hilando con el punto anterior, es mucho más sencillo entablar relaciones amorosas, conocerse, enamorarse, tener líos esporádicos… A cierta edad todo el mundo está predispuesto y se comprende que es lo que toca hacer. Cuando pasan los años, es más difícil y la gente soltera que quiere tener pareja está muy harta de los fracasos sentimentales y de no encontrar a su media naranja perfecta, por lo que no están tan receptivos como años atrás.

  • Es posible que creas que para ti estudiar es un mundo. Que necesitas muchas horas para que te cale determinado tema y que has pasado un tiempo infinito antes de considerar que te has aprendido el temario de una asignatura. Eso es porque no sabes lo que cuesta volver a estudiar pasada cierta edad. La plasticidad del cerebro no es la misma a los veinte que a los treinta y qué decir de los cuarenta. El esfuerzo se multiplica de forma exponencial conforme pasa el tiempo, ¡por eso es tan importante que ahora os apliquéis! Luego asimilar un nuevo idioma es una tarea titánica. Aprovechad el tiempo y aprended todo lo que podáis.

  • Mientras estudiamos, da la sensación de que nunca acabaremos la universidad. El futuro está muy lejos, las preocupaciones y responsabilidades, más aún. Pero cuando te llega la carta de invitación a la ceremonia del décimo aniversario de tu graduación se te ponen los pelos de punta. No es que el futuro esté muy cerca, es que el pasado está muy lejos. Nos comenzamos a sentir mayores y el entorno nos puede comenzar a presionar para que asentemos la cabeza y aseguremos nuestra vida, si es que no lo hemos hecho ya. Aterrador.

Todo esto es para recordaros una vez más que estáis viviendo una etapa genial. Vuestra edad, el entorno, los amigos, el amor, las obligaciones, todo es irrepetible. Disfrutadla, no os amarguéis por tonterías y vivid al máximo sin perder de vista vuestros deberes.

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