Los finales de año suelen ser momentos para reflexionar. Algunos estudiantes tienen los exámenes a la vuelta de la esquina, otros los finalizan justo para comenzar las vacaciones de Navidad y los que son autoexigentes piensan, una y otra vez, que podrían haber sido mejores.
Siempre es bueno pararse a reflexionar, pero nunca con negatividad. Además, al elaborar nuestros propósitos para el año nuevo, tendemos a ser muy dispersos, a no concretar y delimitar metas precisas, lo que suele ser perjudicial a la hora de cumplirlas.